Ayer descubrí la cara de la noche
amarga con sabor a siempre.
Escupí en metros cuadrados
al odio de mis pesadillas.
Una silueta me interrogó con ira,
quizá a mi verdad o a mi mentira.
Lo cierto es que pensé en Fonseca,
en el gran Carlos, el novio de la patria
rojinegra.
Mi propuesta es un rehilete de sueños:
“Chingue a su madre el neoliberalismo”,
“Vivan los vuelos de las aves
y el amor sincero de los insectos”,
porque esta noche virgen pintaremos
cielo e infierno en una sola obra,
México lleno de sol, muerte sombra.
Es lunes, 8:01 a.m. máscaras de humo,
el griterío de primavera enciende las calles.
El “Alarma” desgrana sus esquirlas:
“En pleito de cantina mataron a un rojillo”.
Arden las palabras, consumen su piel-habitat.
“Mataron a Camelia la Texana”
(anuncio de la función del Cinelandia).
Arturo Hernández