Martes 16 de enero de 2024, será una fecha de triste memoria, acaba de fallecer el maestro Josefo Flavio Augusto, mejor conocido como José Agustín, el hombre del verbo florido y de alcances legendarios (El rey se acerca a su templo), luz eterna en su renacimiento.
José Agustín se convirtió en uno de los escritores más importantes de nuestro país desde mediados de los años sesenta con su libro “La tumbadora” con tan solo 20 años de edad, siendo tallereado por Juan José Arreola. Fue Parte de la llamada literatura de la onda, término acuñado por la crítica Margo Glantz, que junto a Parménides García Saldaña, Gustavo Sainz, fueron eje principal de este movimiento, aunque siempre rechazo esa clasificación. Un chavo de onda, un rocanrolero empedernido hasta el último momento, hoy parte de este mundo terrenal para seguir como piedra rodante, que seguramente se llenará de homenaje en los próximos días y bien merecidos, esperando llegue a Bellas Artes.
Cuando lo leí por primera vez en preparatoria, mi mundo cambio, la literatura de la onda fue parte importante de mi desarrollo literario, fue mi guía en la contracultura, conocí a los rupestres (rockeros mexicanos de principios de los ochenta), aunque primero fue sólo por música y posteriormente en persona. Y toda esta formación me llevo a ser colaborador de la revista Proceso, siendo mi jefe el periodista y músico Roberto Ponce, a quien le pido me facilite el contacto para entrevistar al autor de “Abolición de la Propiedad”, y saliendo de la central del sur con mi camarada Adrián Botello nos dirigimos a Cuautla, Morelos con la finalidad de realizar una entrevista de 20 minutos y que terminó siendo una gran charla-entrevista de dos horas, pidiéndole al final me firmara mis libros, y yo le dejaba otro donde escribía, pero antes me pidió que yo también dejará un texto para él en el libro, así que con nervios le escribí un pequeño mensaje diciendo que todo esto me lo llevaría a la tumba, José Agustín estaba detrás viendo lo que escribía, solo escuche una risa muy sincera y agradable, todo esto en 2014. de charla, partimos de su bella casa, luego de conocer y platicar también con Margarita, su esposa, y su hijo Tino, esto en 2014.
La segunda ocasión fue antes de la pandemia, en 2018 si no me equivoco, ahora me acompañaban Abraham Cortés y otro fulano, fue más breve la charla, llevándole un pastel que compramos en el centro de la ciudad de Cuautla, hablamos un poco de su historia, sus libros, unas fotografías, y al final me acerque tratando de apoyarlo, mala decisión, si hubiera tenido don José Agustín un bastón me hubiera dado en la maceta , una noche agradable y breve, pero nunca olvidare la gran persona que fue conmigo, así como Margarita, su compañera de vida, a quien les mando un abrazo y pronta resignación ante esta pérdida que es nacional. Mi afecto y amor para ellos.
A continuación les comparto queridos lectores un fragmento de esa primera visita al master José Agustín.
Ya estando en casa de ellos, Margarita saluda al autor de “Ciudades Desiertas”, le dice -Aquí están los chavos-, ella se acerca a platicar con su esposo y le habla de nosotros, lo vemos bajando las escaleras de manera lenta, con manos temblorosas, después de la caída que sufrió hace años aún tiene secuelas, se viene a sentar con nosotros y empieza platicar. Nos dice que no tiene otra casa más que esa, -todo se lo debo a mi padre-. Hablamos un poco de historia, comienza hablar de clases que dio en el norte del país, y nos dice –Polluelos-, le pregunto -¿Cuándo fue la última vez que visito Querétaro?, y responde -No me presiones (lo dice riendo) hace como 5 o 6 años.-
-Nos ofrece un cigarrito, y le digo -nomas de los verdes- y responde -Pues sáquenlos ¿no?- (reímos)
- ¿Escuchó que Elena Poniatowska lo nombró en los Premios Cervantes en España?
José Agustín: Es que somos amigos desde hace siglos, yo tenía 17 o 18 años, y de repente el personaje de moda en ese momento era Gustavo Sainz, y fue a una entrevista con él, a casa de Gustavo, llega y dice, ¿Tú qué?, yo pues aquí de metiche y dice -Hay compadre-, empezamos a platicar ahí y ya era entrevista.
-Llegan a ofrecerle de comer y José le dice, ofréceles a ellos. Pero entonces Margarita vio que traía una bolsa con una botella, me dice que si la acompaño, voy al estudio de José Agustín, es cuando su esposa me pregunta -¿Qué es lo que tiene en su interior?-, le comente que le compramos una botella de vino queretano, es cuando me dice que su marido está dejando la bebida, entonces ella toma la bolsa con la botella y ve que es vino , entonces comenta, -Creo que esta si la puede tomar-, cuando salimos de la habitación donde José Agustín escribió varias de sus novelas, él le dice a Margarita, -“mujer me traes un whiskey”- (Parece que no estaba dejando de tomar). - Hablando de contracultura, ¿Cree que él “Vive Latino” puede ser contracultural? ¿Cómo fue lo de su accidente en Puebla?
José Agustín: Para nada que sea contracultural. Yo recuerdo que una vez me fui a ver a la presidenta de acción cultural en la mesa directiva de la escuela, fue cuando termine de hablar, le gustó mucho a la gente, entonces me fueron empujando sin querer, todos los que querían firma de libro y que me tiran al pozo ese, tarde un año en recuperarme, regrese a casa con el mejor ánimo, pero ya se me había cortado la inspiración. - ¿Que nos puede comentar de su última novela en la que trabajaba hace algunos años?
José Agustín: En la revista “Nexos” les mande una parte de mi última novela, que llevaba por nombre “El castigo de Dios”, yo se las dí, les gustó mucho en general, fue mi último contacto con esa novela, luego estaba en Oaxaca, estaba dando una conferencia, y me preguntaron -¿Cómo le gustaría morir?- Dije que pues haciendo algo que me gustará, escribir por ejemplo, llegué a Puebla, parece que mis palabras fueron malditas, di un ranaso, y adentro de un hoyo donde tocan, llego la chaviza y me fueron recorriendo hasta que caí, me inutilizaron un año.
Margarita pregunta, ¿Cómo se llamaba antes? Recuerdo que algo de la carretera ¿No?
José Agustín: Es lo que manejaba en ese momento, por tener título, una novela sobre la carretera.
Margarita: ¿De un viejito no? Que iba con un amiguito, yo recuerdo que platicabas de un señor ya grande que le pasaban cosas de la carretera. (Le deja su jugo)
Entonces le regalo “Rupestre el libro” donde escribo la biografía de Beto Ponce, y me pregunta que si yo soy Felipe Cabello, a lo que le digo que sí,-Beto es mi cuate- también responde, me dice –Pues fírmame el libro, ¿No?.
Yo estaba súper emocionado, no sabía que ponerle, justo se levanta para ir por más Whiskey, es cuando le escribo:
“Para el mejor escritor de México y el mundo “José Agustín”, usted me ha influenciado, por usted me puse en “la onda”, todos estos recuerdos me los llevare a “La tumba”, con gran cariño y admiración Felipe Cabello”
Justo escribía eso y sentí que se detuvo a ver lo que le ponía, yo estaba nervioso, no sabía si lo estaba leyendo o solo paso, le pregunte a mi amigo Adrián Botello que me acompañó en toda la entrevista y me dijo que se detuvo a leer, justo cuando puse lo de la tumba, escuche su risa detrás de mí, demasiada emoción para mí.
De 20 minutos que teníamos de entrevista se alargó a 2 horas y media. Y termino este fragmento de entrevista con la parte final de su libro “La tumbadora”.
“Es imposible, estoy muerto, morido, fallecido; necesito una tumba con pastito y lapida limpia, que mierda soy, sin embargo, en mi mente seguían sus palabras, pensar, pensar, tal vez meditar, una tumba” (José Agustín, La tumba).
Escribe: Felipe Cabello Zúñiga