No quisiera comenzar esta semblanza-homenaje señalando los rasgos terrenales inscritos en el registro civil de un escritor, pero es necesario para quienes no lo conocen todo, como yo en primer lugar, y para las y los lector@s, preferentemente.
El nombre completo de este escritor de genialidades fue José Agustín Ramírez Gómez y nació en la ciudad de Guadalajara. Su padre, militar y piloto aviador cambió de residencias y José Agustín vivió los años más felices de su adolescencia en Acapulco, por lo que se sintió acapulqueño hasta el último día de su vida. Se dice que es el padre de “La Contracultura en México” y esto quedó inscrito en el libro que sirvió para hacer el último homenaje en vida a este escritor llamado de “La Onda”, bautizados así por Margo Glantz. José Agustín tenía un humor negro inagotable, Solía explicar que a Margo (escritora y ensayista) se le ocurrió la idea del nombre y redactó una serie de requisitos “que ni ella entendía”; entonces, al salir una nueva obra de esta generación si no contenía todo el listado ya no se sabía qué hacer con ella. Otros escritores que merecen mención en este artículo son: el inolvidable Parménides García Saldaña (1944-1982), “El Rey Criollo”, “Pasto Verde” y Gustavo Sáinz, “Gazapo”. Basten estos tres escritores sin ser limitativos, pues la contracultura es un movimiento constante que se crea a sí mismo en las calles y en las universidades, mientras que las “instituciones o los institucionales” dictan qué es la cultura en México.
Uno de sus mejores amigos y compañero de aventuras de vida y literarias, fue en gran escritor Gerardo de la Torre (1938-1922). “En la colonia Narvarte -solía platicar- nos saltábamos la barda en el conocido Parque Delta y veíamos muy cómodos los partidos. Luego salíamos por la puerta grande como si hubiéramos pagado boletos de primera”. Fue Gerardo de la Torre (ambos trabajaban en un taller literario que formaron) quien tuvo en sus manos la 1ª versión corregida de la novela “La Tumba”. Gerardo –maestro y amigo de quien esto escribe- le aconsejó que le diera “otra limpiada” antes de llevársela a su mentor y tallerista, Juan José Arreola (1918-2001), con quien JA solía reunirse todos los miércoles a medio día. Este escritor, histriónico y también purista literario, aunque parecía loco por sus manías, solía recitar en voz alta las obras de sus alumnos y aunque no fueran “grandes obras” en su voz sí lo parecían – pero esta es otra historia-.
Le aconsejó a su alumno estrella que la publicaran “y yo la voy a editar”. JA sintió que despegaba del piso, tenía 18/19 años y pronto se convirtió en un best seller. Gracias a que su padre, militar y piloto aviador, aportó los dos mil pesos que faltaban para la imprenta. Le llovieron toda clase de críticas: inmoral, amoral, descarado; la familia Burrón en pastas blandas y sin dibujos, etc. Y es que no se entendía de pronto en México un lenguaje desenfadado contrario a una literatura mexicana que era solemne; lo literario se trató con irreverencia, con otro lenguaje.
Algunos escritores como Octavio Paz( 1914-1998) a quien no gustaban los sobresaltos, los criticó duramente; pero otros grandes como Salvador Novo (1904-1974) y José Emilio Pacheco (1939-2014) encontraron los valores literarios que el nuevo movimiento contenía, porque pese a lo que se crea, y como decía JA –generoso maestro y conocido corrector en las rodillas- no eran unos improvisados; conocían de música (Rock y clásica), leían a los clásicos y a los escritores existencialistas de la post guerra, sabían hacer guiones de cine y muchos secretos de la literatura que les transmitieron grandes plumas como José Revueltas (1914- 1976), a quien conoció en la cárcel. JA había estado de polizón en Cuba con otra igual que él (Margarita Dalton) y regresó porque su hermana Yolanda estaba muy grave del corazón. Gerardo de la Torre y Yolanda se casaron. Tuvieron una hija que se llama Yolanda de la Torre, brillante alumna, amiga y hermana de alma de esta escribidora, a quien abrazo desde aquí junto con todos sus primos: José Agustín (Tino), Andrés, Jesús, y su esposa Margarita Bermúdez con quien se casó a los 19 años. Esto lo dedico a todos los escritores de aquella generación salida de los “Cafés literarios de la Juventud” formados por Gerardo de la Torre y su amigo y familia, José Agustín. La psicodelia que tanto se le critica al autor de “Mi Vida con mi Viuda”, “De Perfil”, “Se está Haciendo Tarde”, “Tragicomedia Mexicana” y cientos de cuentos que quedaron en su casa sin editar, sólo fue un vehículo para cuestionarse todo lo que entonces parecía inamovible…
No puedo seguir adelante, estimables lector@s, un nudo en la garganta atrofió mis dedos.
Escribe: Guadalupe Elizalde