El mensaje explícito (Corregido y aumentado)
“Que se avergüencen quienes roban y matan impunemente siendo gobierno! Que se avergüencen quienes persiguen al diferente! “
Subcomandante Marcos
“Yo no sueño con que el mundo cambie sueño con que el pueblo tome conciencia. Si el pueblo toma conciencia no hacen falta sueños.”
Subcomandante Marcos
Llegaron. No era la primera vez que hacían eso. A la calle vacía. A esa hora Querétaro es una ciudad vacía. La ciudad es silencio. Coordinación exacta. Gobernaba el Partido Acción Nacional ( PAN ). Por primera vez en ese estado del centro del país donde en uno de sus municipios se había dado una concertacesion previamente. Al poder estaba un gobernador más priista que panista. Sucedió en el poder a un priista más panista que priista. Por esos días la cosa estaba caliente. Salió del Café del Fondo. El gobernador, famoso internacionalmente por el apodo Firulais que le puso el subcomandante Marcos, calentaba el ambiente con sus declaraciones. Decir que gobernaba es mucho que decir. Nada diferente esta gestión a las anteriores donde gobernaba el Partido Revolucionario Institucional ( PRI ). Nada. Nada diferente. Más parecidos que divergentes. Los gobiernos sólo administran. Administran la pobreza para fines políticos pero la historia es otra. No está de más manifestar que también administran la delincuencia común y corriente hasta aquella organizada y la de cuello blanco.
Llegó a la esquina de la casa donde vive. A dos que tres cuadras del Café del Fondo. Viste una camiseta negra de algodón con la imagen del subcomandante Marcos, ademas con la leyenda Ejército Zapatista de Liberación Nacional ( que se levantó en armas en el estado sudoriental de Chiapas en 1994 ), pantalón de mezclilla, casi fosilizado, roto casi a la altura de la rodilla y unos tenis Nike grotescos y muy caros rojinegros. Su camino de diario como si Querétaro fuera un lugar seguro. El camino para llegar a su casa. Lleva el libro “ El origen de la familia…, Engels” que había comprado horas antes en la librería El Alquimista y el periódico La Jornada en su mano derecha. Se devoraba todos los libros que caían en sus manos. Y podía decirse que su erudición sobre cualquier tema dejaba pasmados a cualquiera de los asistentes al Cafe del Fondo. Le falta poco para llegar a penetrar en la dialéctica marxista de su nueva adquisición . Logra ver un edificio en construcción que irremediablemente cambiará el rumbo y unos perros flacos que se disputaban a dentelladas los restos de un depósito de basura. No ha estado muy atento al paisaje. La vieja tienda cerrada. La tienda donde de vez en cuando compra el kilo de huevos, el kilo de frijol, el aceite, el papel de baño.
Y justo cuando iba a entrar se encontraron. Él y una camioneta van. Justo allí. Ni unos metros atrás ni unos metros adelante. Justo en esa banqueta que estaban mejorando. Como aquella ampliación que sufría la banqueta en Corregidora, entre Independencia y Madero, allí en la Plaza Constitución, que ya no tiene nada de constitucionalista; otra manita de gato para las banquetas. Manita de gato banquetera. Otra administración. Otra manita de gato banquetera porque las obras venden. Y vendrá otra administración y otra manita de gato banquetera. Y vendrá otra administración y otra manita de gato banquetera. El chillido de los frenos lo hicieron voltear a la velocidad del rayo sin el trueno. Le temblaron las patas zapatistas.
Los funcionarios panista hacen y deshacen lo que los viste, no lo que necesitan los de abajo. Finalmente están en el poder. Poder que termina degenerándose y constituyéndose en la peor arma que impide la consecución del bien común. Bien como presupuesto constitucional y que debería ser perseguido por la administración pública pero por supuesto, esto no sucede así. Nada diferente a las administraciones priistas. Las palabras no hacen los hechos ni son las cosas. Las bonitas palabras políticas. Las cosas no son del tamaño ni del color de los ojos de los políticos.
Allí se encontraron. En cuestión de segundos. Una camioneta sin placas freno de madrazo. Con habilidad. De poca madre. Y de madrazo bajaron dos cabrones mientras en el interior se quedaban tres cabrones, uno de ellos al volante, para sujetar sin dar explicaciones al zapatista que estaba por llegar a su casa. Cinco en total en esa camioneta que cubrían sus rostros con pasamontañas a fin de no ser identificados por la persona afín al movimiento zapatista que festinaba que el subcomandante Marcos pasaría por la ciudad queretana donde el gobernante comparte el criterio de que la fuerza bruta es el remedio más eficaz contra los conflictos políticos y sociales causados por la miseria. Cinco cabrones que trabajan juntos y que vienen de tomar unas chelas. Ya están familiarizados con el procedimiento. También con la ingesta de chelas.
Arrancaron. Así como lo subieron. Inmediatamente. Tomaron a la siguiente cuadra a la izquierda, hacia la salida de la ciudad por la 57.
Lo subieron. Lo tiraron al piso de la camioneta que estaba repleto de fichas de cerveza, pedazos de papel de estraza, jugos verdes medianos, bolsas de papas y chicharrones de puerco Sabritas,platos de unicel con restos de mango, limón y chile piquín del que pica y también del que no pica, montón de paginas atrasadas del periódico La Jornada y la revista Proceso, y latas y envases de cerveza se esparcían sobre el piso de esa camioneta. Comenzaron tomando cerveza en un lugar de mala muerte llamado Fiesta Charra y pidiendo privados a las teiboleras hasta que les dieron el pitazo de que la reunión del Café del Fondo estaba por finalizar. Fue entonces que dejaron el teibol dance. Tenían que cumplimentar instrucciones.
El fregadazo de la portezuela se oyó seco. Cerró los ojos. Comenzó a imaginar historias. Preferible. Su miedo era mucho. Un brazo le rodeó el cuello, lo estaban ahorcando, una punta le picaba en la cintura. Se sintió de la chingada. A veces quisiera mandarlos a la chingada pero no es capaz. No estaba para hacerla de pedo. No estaba seguro de llegar vivo a ninguna parte. Lo que sí estaba seguro era de la muerte. Entonces sintió que el aire se le acababa. Su cuerpo se desguanso del miedo. Las risotadas lo descontrolaron. El viaje duro una eternidad para el zapatista queretano, y al hacer un alto pudo oír una fuerte descarga de cuernos de chivo. Sintió un nudo en el estómago y se dijo para sí mismo: “ Hasta aquí llegue, carajo”. El dolor de un culatazo en su hombro derecho lo sacó de sus cavilaciones y la voz ronca de uno de esos cabrones lo obligó a que bajara rápidamente de la camioneta mientras el cabron al volante daba un sorbo a la Tecate que, ya estaba amarga pero que le aliviano la sed. Era para que le midiera el agua a los camotes, le argumentó otro. Tienes alguna duda?
Despertó. Quien sabe donde. Su mente no el permite recordar donde. Aquellos, en su bendita misericordia lo bajaron de la camioneta después de robarle lo poco que traía.
“El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, comparte lugar con las fichas de cerveza Tecate, pedazos de papel de estraza, latas y envases de cerveza sobre el piso de la camioneta como parte de un performance.
Augusto Sebastián [email protected]